Estoy muy enamorada de un hombre demasiado maravilloso para este mundo. Es suave y tibio y está muy pecoso. Me encanta. La vida cotidiana junto a él es brillante y divertida, y las noches a su lado no me duelen. No dejo de sentir una emoción que me incendia cuando me mira y me toca, y al mismo tiempo no se me acaba la tranquilidad cuando lo escucho, aunque hable muy bajito, aunque sea solo su respiración. Adoro todo lo que comparte conmigo, desde los abrazos hasta sus recuerdos. Sus abrazos me devuelven el sueño y la calma, y mi único miedo a su lado es que alguna vez no logre sentir lo muchísimo que lo amo.

Estoy muy agradecida porque soy amada por alguien como él. Me quiere, me cuida y me confía esta parte de su vida. Ha decidido compartirla a mi lado, con todo lo que puede significar tener que amar a alguien como yo. A veces pienso que sigo soñando. Me hace feliz y quiero protegerlo siempre, como pueda. Confío en él y en su amor. Estoy mejor, me siento mejor. Vimos Django de Tarantulino y nos abrazamos por siempre. Me ayudó a moverme con su mago. Hacer el amor con él es mágico y cada vez que lo recuerdo, siento que mi corazón explota en pedacitos tibios y burbujeantes.

No tengo tantas (casi ninguna) ganas de morirme hoy...

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