Ficción


La mitad de lo que he dicho, ha sido una mentira obvia. Siento fascinación por la forma de algunos árboles, por la cantidad de pétalos de algunas flores y por la manera en que el viento organiza lo que mueve. Me gusta el drama, me gusta todo lo que es capaz de motivarme, me gusta tratar de explicártelo mientras te hago daño. Siento placer al ser sincera cuando te odio. Es una fascinación peligrosa, me gusta que a veces me trates con ese tono de violencia y necesidad al mismo tiempo, que no seas capaz de decidir alejarme por las malas, incluso cuando he jurado que mis intenciones no son buenas.

Todo ha salido bien. Casi. Me siento algo deprimida por mis propios secretos, pero la muerte es algo con lo que se aprende a vivir, y extrañar puede mover mi corazón.

Estoy ocupada en no hacer nada, he pensado muchísimo, he analizado todo. Las conversaciones han cambiado de significado y creo que no me he explicado del todo bien, pero estoy satisfecha con el resultado vago. O algo parecido. Me gustaría poder arrastrarte a que me ames, sin darte nada a cambio. Porque sabes que en el fondo te detesto.

No le hago a la venganza, no me mueve el rencor, no me motiva el odio. Pero te detesto, y lo que siento por ti está mezclado y no es menor. Es como si reaccionara cada vez que dices algo bueno. A veces, desearía que te sintieras miserable, porque creo que lo eres. Y justo después de pensarlo, todo se desvanece y siento ganas de ayudarte.

En fin, te aprecio. Es un sentimiento de amistad bizarra, iluminado por mi personalidad inquebrantablemente positiva y lo demás que solo escribo. Lo que pienso, lo que está encerrado.

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