Cuando siento dolor, anhelo a mi príncipe de tréboles. Nos amamos en un mundo que no existe, siempre sueño con tocar sus manos y sentirlo cerca. No tengo nada más que ilusiones vacías, porque jamás desearía que se hiciera realidad. Me aterra pensar en tener algo tan hermoso, y cuánto me dolería perderlo.
Así que lo dejo ir.
He fantaseado con la ilusión de poseerlo, pero sé que no me pertenece. Lo dejo ir.
No tengo nada para ofrecerle. Soy miserable, estoy llena de sueños. Hay un universo entre mis manos que jamás querría compartirle. Me aferró a esta miseria y la hago mía. Jamás podría amar genuinamente algo que me transmite tanta tristeza. Pero mientras me alejo y no puedo evitar voltear a mirarlo.
Estoy cansada.
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