Daisy

Me gusta tocarte.

Tu sola existencia me hace feliz, saber que estás en algún lugar, a una ciudad de distancia, a una estación de distancia, conocer la probabilidad de encontrarme contigo en algún punto. Saber que me has dado todo lo posible para que mis casualidades den lugar en tu universo, y que en dos ocasiones realmente te hayas preocupado de estar conmigo.

Me gusta verte. Más de lo que me gusta estar contigo, creo que mi día brilla si puedo mirarte. Me gusta recorrer tu rostro con la mirada, me gustan cada una de tus pecas, me gusta cuando logro sutilmente hacerte reír. Y que mi premio sea siempre tu sonrisa.

Estás lejos de ser lo que creí querer. Y no solo físicamente. Estás tan lejos de mi alcance, me llevas años de ventaja. Pero estoy sinceramente enamorada de todo lo que representas, de todo lo que significas. Noto la falta de no hablarte, me siento mal tratándote como al resto. Quisiera que entendieras lo mucho que amo tu existencia. Eres una meta que está demasiado remota. Y aún así, prometiste que no dejarás de quererme.

Podría enamorarme de ti solo recordándote, y eso está tan mal.

Realmente me gustaría tocarte. Quitarte todo lo que te cubra, arrancarte todos tus secretos. Con mis manos, con mi piel, sentirte cerca y hablarte despacio. Cerrar los ojos y caer en tus brazos, dejarme llevar por el peso de tu fuerza, y quizás serte un poco menos sincera.

Alguna vez seré capaz,
y podrías enamorarte de mí
o no.

Si realmente amara a alguien, y sin importar la razón por la que me gustas tanto,
no cambiaría nada de ti,
desearía que lo tuvieras todo.