A taste of HANI☆

Volantín o cometa. Ante cualquier certeza, he dudado. Lo he buscado bien. Si está ahí y no está para mí. Si existe por partes y debo esperar a que sea armado. Si su núcleo atraerá eventualmente las demás piezas. Con o sin mi ayuda. O tal vez debo crearlo, desde cero. Pensé en todas las variables y acabé por convencerme de mi, ahora, ineludible destino: no existe la palabra que busco. Si he hecho especiales las palabras importantes , o si he escogido el tuyo, entre todos los corazones; se rige por un principio similar. Porque no sé qué creer y entonces, escojo creer en la verdad. He oído historias que lo han cambiado todo. Mi existencia es una de ellas, y parece más un simple rumor de profundidades luminosas. Mi inexistencia es el reflejo de algo más difícil de contener, porque los brillitos se te escapan de las manos. A veces siento celos. Aún si puedo admitirlo, me siento culpable.

He sido sostenida con delicadeza, para luego dejarme caer lentamente. He sido tomada con firmeza, por la cintura o por los brazos, por caprichos gravitatorios, que luego marcarían por presión mi piel, hasta que decidiera ser olvidado. La cosa es que pocas veces he hallado un equilibrio entre tocar y ser tocada, y esta vez he pensado demasiado en ello. Mencioné que no tolero bien los sentimientos unidireccionales. Me avergüenza un poco no saber la razón precisa que me justifique. Tentativamente, recuerdo las cientos de llamadas que hice y ella respondió. Soy incapaz de llegar más lejos que eso. ¿Abandono mi amor cuando no parece correspondido? No realmente, porque no es mi determinación. Sin embargo, busco activamente recibir algo a cambio, para conseguir mantenerme motivada. No estoy en posición de ser juzgada, realmente. Poco a poco, comencé a recibir intenciones y deseos que escapaban a mi voluntad. Así de simple. Entonces, recordé a Javiera del pasado (la Javiera que exis...

De verdad lo estoy intentando.

Creo que diez años es tiempo suficiente. La primavera inversa ha desatado tormentas, destructivas e innumerables. La calma suele ser muchísimo más angustiante que cualquier otro momento y, esta vez, admito mi incapacidad de reconocer mis emociones. Muchos fragmentos reverberantes emergen cuando comienzo la cuenta, desde el final hacia el inicio. Mi amor es incierto y mi fe es frágil. Mi determinación es inmensa. Todo se sucede con una periodicidad inquietante, y ya lo he visto todo.

Me sentí caer en un abismo. Rodeada por todos los colores, fui incapaz de reconocer algo verdadero, y agoté mis esperanzas en deseos que me permitiesen escapar. Abandoné mi cuerpo y mi alma por algo que no fui capaz de conseguir. Me sentí caer en un abismo, y dejé de intentarlo. Sin oponer resistencia, me desplomé al interior de ese espiral envolvente. Dentro de alguno de ellos. Con los brazos extendidos, hundí las puntas de mis dedos en el frío que me contenía, y mi alma fragmentada se redujo a limón y bicarbonato. Me deshice y las palabras importantes se desvanecieron. Reconocí el murmullo de las burbujas. Estaba colmado de mí. Me sentí caer en un abismo y fui descubierta por mi propia sombra. Me congelé hasta quebrarme y el rumor del océano me despojó de mis pedazos. Dejé de preguntarme por lo que era relevante y abrí los ojos. Reconocí el ondulante susurro de mi inexistencia. A veces puedo recordarlo. Tenía sabor a victoria. Me falta tanto por descubrir. Alguna varia...

En un millón de años se acabarán los días y las noches. Y comenzará algo que no conozco. Y comenzará algo que no me conoce.

Las nubes han sido derramadas y cubren su propia sombra, heridas por el cielo. El ocaso parece una trampa inevitable para la aventura de la vida, y tu dolor desprende partículas que me esfuerzo por capturar. Semidiós, ¿vas a entregarte ante las imposibilidades? El brillo gaseoso de las estrellas contamina mi espíritu y el calor de tus ideas eleva la temperatura de mis vagas ilusiones. No hay espacio para las dudas, y es por eso que me siento atrapada. Me reconozco expuesta y no soy capaz de esconder el color violeta de mi tristeza infinita. Ah, Lucifer, ¿vas a ceder, o tendré que ceder yo? El murmullo de las gotas de agua cayendo sobre su lecho reverberante me entrega lo que no puedo obtener por mí misma. No nos ha bastado poseernos brevemente. Has venido a salvarme de mi propia ingenuidad, y a cambio me has arrebatado las palabras importantes.  Héroe monocromático, ¿te da miedo que no pueda seguirte el paso y acabe por perderte de vista? Se hace luz y se hace hielo. Mi cab...