Errores milimétricos
Decido creer lo que me conviene: mi ego me tiene atrapada en una paradoja que podría perdurar una infinidad de vidas. Al contrario de lo que pienso sobre mí misma, no cedo un milímetro. Y, muy lejos de una existencia benevolente, mis propias intenciones parecen distorcionarse hasta convertirse en las flores que presumo. Muy a mi pesar y a la vez digno de mi orgullo. Soy incapaz de escribir historias y de mantener conversaciones, porque no encuentro mi centro. La lucha por mantener el equilibrio siempre ha sido más con los objetos de mi cariño que conmigo misma. No hay espacio para tantos sentimientos, así que todos parecen ilusorios al llegar a cierto punto. Es parte de mi naturaleza, o al menos eso parece. He sentido muchas cosas que no quisiera, ¿en qué momento habré comenzado a creer que tengo el control aquí? Mi piel parece rechazar el contacto, pero mis ojos buscan -entre desesperanza y desesperación- esas explicaciones que podrían ser obvias. Es que así no funciona.