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No te debo nada. Supe perdonar tu egoísmo y me haré cargo por el mío. Me pone triste admitir que me siento más tranquila así, sin la ilusión de tener que cuidar de tu fragilidad, ni tener que demostrarte lo que siento. Estos últimos dos meses solo he tenido pesadillas. Estoy cansada de resistirme a ellas. No te puedo culpar por no entender lo que jamás quise decirte. Tendré cada día más secretos para ti, y quizás llegue el momento en que no quede algo que puedas comprender. Deseaba mantenerte al margen de mi vida real y lo he logrado. Al final, todo se ha sentido como un sueño, y es por eso que no me duele despertar. Hablarte me mantuvo despierta mucho tiempo. Como a ti el esperar por mis respuestas... En realidad no tengo nada bueno para decirte. Y busqué mucho, mucho, en todas partes. Más allá de mis sentimientos, hay cosas relevantes que no he sabido expresar jamás. Todo esto es una parte de mí que no te he querido entregar. No sé bien de qué depende, ¿acaso realmente has...